Los crímenes violentos no se distribuyen uniformemente en una población
sin tener en cuenta los tipos de personalidad e incluso la inteligencia
general. En promedio, los criminales son técnicamente menos
inteligentes que la población en general (ver en especial The bell curve, de Herrnstein y Murray, 1994) y también parecen tener más desórdenes de personalidad, según un trabajo de Michael H. Stone
(PDF), del colegio de médicos y cirujanos de Columbia, Nueva York
(2007). El estudio se basó en el análisis de cientos de biografías de
culpables de asesinatos, secuestros o violaciones.
Segun Stone, una forma de entender los desórdenes de personalidad es
verlas como “disposiciones habituales hacia el mundo interpersonal que
limitan las opciones para relacionarse en situaciones estresantes, lo
cual disminuye la capacidad de adaptación”. Desde esta perspectiva, las
conductas violentas que terminan en la cárcel pueden representar
“opciones desesperadas” para personalidades problemáticas.
Casi todos los criminales violentos padecen de hecho desórdenes de
personalidad. Los tipos de desórdenes abarcan desde casos relativamente
infrecuentes de autistas con fallos en la empatía como Seung-Hi Cho, el
estudiante de 23 años que asesinó a 31 estudiantes en un instituto de
Virgina en 2007, o Adam Lanza,
el adolescente autista de Newtown, EE.UU, autor de la última masacre
por parte de un asesino solitario, a psicópatas y personas con
desórdenes narcisistas que cometen crímenes mucho más rutinariamente.
Los crímenes violentos pueden asociarse con prácticamente todos los
tipos de desórdenes de personalidad, con la posible excepción del
desorden de ansiedad. Sin embargo, algunos tipos de desórdenes son
particularmente familiares en el perfil de los criminales violentos:
“además del desorden de personalidad narcisista y los rasgos
subsecuentes, que subyacen a casi todos los tipos de crímenes violentos,
los tipos antisociales, psicopáticos, sádicos, paranoicos y
explosivos-irritables son particularmente comunes”. Mientras que los
psicópatas constituyen sobre el 1% de la población general, constituyen
entre el 10 y el 30% de la población encarcelada, y se calcula que son
responsables del 50% de los crímenes serios. Entre los homicidas
sexuales, el 90% son también psicópatas. Es más, la personalidad
psicopática parece que supone un problema añadido para la
rehabilitación, dado que las personas con largas trayectorias vitales
antisociales, pero que no son psicópatas, tienen muchas más
probabilidades de redención social y personal.
Stone, M. (2007). Violent crimes and their relationship to personality disorders Personality and Mental Health
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